Si nos plantamos frente a la obra ‘El Aquelarre’ de Francisco de Goya podemos llegar a transportarnos a una de las épocas más oscuras de España. En ella, el pintor nos muestra un encuentro entre diferentes brujas con el demonio, quien aparece representado en forma de macho cabrío, una de las formas que, según se cuenta, suele adoptar. Las brujas ofrecen a sus bebés como ofrenda al mismísimo diablo para que se alimente de ellos, algo que en la época se creía que ocurría.
A día de hoy para muchos puede parecer descabellado que este tipo de rituales tuviera lugar, sin embargo, la brujería en España fue (y sigue siendo) una realidad para muchos hombres y mujeres que la siguen practicando en las diferentes regiones del país.
Al contrario de lo que se puede creer, la famosa caza de brujas europea no llegó a España del mismo modo que sí ocurrió en otros muchos países, en los cuales se dio muerte a cientos de miles de mujeres ante la creencia de que podían ser brujas. Uno de los motivos principales para que esta masacre no ocurriera en España es que la brujería y el esoterismo podía llegar a verse como algo más o menos común en una sociedad en la que incluso los reyes contaban con sus propios astrólogos y realizaban diferentes rituales para, por ejemplo, mejorar su fertilidad. La normalización de este tipo de prácticas fue fundamental para que la brujería no fuera tan perseguida en el país como sí que lo fue en esas otras regiones de Europa.

Aquelarres y rituales

Debido a la diversidad cultural que había en España gracias a las diferentes invasiones que el país había sufrido a lo largo de su historia, las brujas y hechiceras contaban con una amplia variedad de rituales y supersticiones que habían ido adquiriendo de ellas.
Se dice que a lo largo de todo el país tenían lugar infinidad de encuentros de brujas y hechiceras que practicaban invocaciones y maleficios. Por el contrario, también existían otras muchas cuyas prácticas estaban relacionadas con hacer el bien, sanar a los enfermos, etc…

La cueva de Salamanca

Uno de los lugares en los que se llevaban a cabo estas reuniones de brujas era ‘La Cueva de Salamanca’. Según se dice, en ella se enseñaban toda clase de hechizos y conjuros a cambio, eso sí, de una compensación económica, siendo un lugar clave para el desarrollo de la brujería en España.
Esta cueva se encontraba en el sótano de la iglesia de San Cipriano (Salamanca) y se cuenta que grandes personalidades de la época provenientes de diferentes regiones de España la visitaban con el fin de presenciar con sus propios ojos la existencia de la magia.

Zugarramurdi, tierra de brujas

Cuando hablamos de brujería en España uno de los lugares que nos viene a la mente (en parte gracias al éxito de la película de Alex de la Iglesia) es Zugarramurdi. Y es que el sangriento desenlace que tuvieron algunas de las brujas que allí habitaban ha dejado huella en la localidad navarra, de tal modo que se ha dedicado incluso un Museo en homenaje a las brujas quemadas y a los sucesos que tuvieron lugar durante esa época.
Después de que una adolescente contase un sueño que había tenido en el que, al parecer, volaba sobre el pueblo y veía cómo los ciudadanos se reunían en diferentes aquelarres, se abrió una investigación que culmino en la condena por brujería a más de cincuenta personas, de las cuales algunas de ellas pudieron salir impunes y otras no tuvieron la misma suerte, terminando salvajemente quemadas en la hoguera.

Brujería española en la actualidad

Ahora que los ánimos se han calmado respecto a este tema son muchos los hombres y mujeres que afirman libremente practicar la brujería en todas y cada una de sus vertientes. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado, pues la cantidad de farsantes que afirman tener poderes sobrenaturales con el fin de estafar a sus clientes es tan inmensa que podría decirse que es inabarcable.
Por otra parte, hay múltiples pueblos de España que siguen totalmente en contra de estas prácticas y cuyos ciudadanos siguen acosando a esas mujeres que, según sus criterios, catalogan como auténticas brujas.