Sectas sexuales, ¿existen de verdad?

El cine siempre ha tenido la cualidad de llegarnos de una forma muy intensa y sorprendente, provocándonos en muchos casos una gran admiración. A través de las películas hemos podido conocer mundos fantásticos que son imposibles de visitar de otra forma, y hemos aprendido también mucho sobre las relaciones y la vida que nos rodea. Y es que el cine es una forma de arte, y como tal, también nos ayuda a entender mucho mejor todo lo que hay a nuestro alrededor, canalizando nuestros sentimientos y experiencias. Sin embargo, jamás debemos olvidar que, al fin y al cabo, todo en el cine es ficción, y está claro que no tenemos que creer a pies juntillas lo que se nos cuenta en la gran pantalla. Muchas veces, las historias medianamente realistas son exageradas, en busca de un efecto mucho más impactante y sorprendente para el espectador. Incluso aquellas películas que aseguran basarse en hechos reales luego llevan esos mismos hechos mucho más allá.

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Hay muchas cosas en este mundo que todavía no somos capaces de explicar. En las últimas décadas, los adelantos científicos ya han dado respuesta a muchas de las incógnitas que llevaban siglos sobrevolando nuestras mentes. Hemos logrado avanzar hacia un mundo mucho más tangible y entendible. Sin embargo, todo ese avance científico ha dejado acorralada a la fe, a pesar de que son cosas totalmente compatibles. Desde fuera, uno puede pensar que es imposible tener fe en algo que no se puede probar, pero es precisamente ése el núcleo de lo que significa creen en algo. No hace falta demostrarlo para saber que existe, para sentirlo, para amarlo y reverenciarlo. Y la fe es imprescindible en un mundo en el que estamos tan necesitados de fuerza y valor, por las cosas que ocurren a nuestro alrededor. Cada fe, eso sí, tiene su propia manera de entender este mundo, y por eso todas son muy diferentes, pero respetables.

Sectas satánicas ¿cómo son estos grupos?

Siempre se ha dicho que no puede existir la luz sin la oscuridad, el bien sin el mal, y Dios sin el Diablo. Son como las dos caras de una misma moneda, y ambos son inherentes entre sí. No es que tengamos que definir al mundo de una manera maniqueista entre lo bueno y lo malo, lo negro y lo blanco. Existen muchísimos tonos de grises en medio, porque ni el bien ni el malo son estados absolutos, y  mucho  menos objetivos. Lo que hace una persona puede estar bien para sí misma, peor mal para otras. La religión es una de esas cosas que algunos ven como imprescindible, y otros como una pérdida de tiempo y dinero. Desde luego, el ejemplo dado en siglos anteriores nos hace dudar de los grandes alegatos religiosos. Pero todavía hay mucha gente que tiene fe y cree en aquello que no se puede ver, pero sí sentir.

El caso es que no solo se trata de creer en Dios como ser todopoderoso y creador de todo, llamesé Alá, Buda o Yahve. Se trata de buscar esa vertiente religiosa en la que nos sintamos más cómodos, aquella con la que conectemos. Y aunque cueste creerlo, muchos lo hacen con el satanismo, una corriente que se opone de manera frontal a la religión católica y cristiana, aludiendo a que el malo de la historia es precisamente Dios, y no el Diablo, como siempre se nos ha contado. El satanismo es una vertiente ideológica y religiosa que se está expandiendo por todo el mundo, con multitud de diferentes versiones, desde las más suaves hasta las más extremas y peligrosas. Esas son las conocidas sectas satánicas.

Brujería en España, algo más que un mito

Si nos plantamos frente a la obra ‘El Aquelarre’ de Francisco de Goya podemos llegar a transportarnos a una de las épocas más oscuras de España. En ella, el pintor nos muestra un encuentro entre diferentes brujas con el demonio, quien aparece representado en forma de macho cabrío, una de las formas que, según se cuenta, suele adoptar. Las brujas ofrecen a sus bebés como ofrenda al mismísimo diablo para que se alimente de ellos, algo que en la época se creía que ocurría.
A día de hoy para muchos puede parecer descabellado que este tipo de rituales tuviera lugar, sin embargo, la brujería en España fue (y sigue siendo) una realidad para muchos hombres y mujeres que la siguen practicando en las diferentes regiones del país.
Al contrario de lo que se puede creer, la famosa caza de brujas europea no llegó a España del mismo modo que sí ocurrió en otros muchos países, en los cuales se dio muerte a cientos de miles de mujeres ante la creencia de que podían ser brujas. Uno de los motivos principales para que esta masacre no ocurriera en España es que la brujería y el esoterismo podía llegar a verse como algo más o menos común en una sociedad en la que incluso los reyes contaban con sus propios astrólogos y realizaban diferentes rituales para, por ejemplo, mejorar su fertilidad. La normalización de este tipo de prácticas fue fundamental para que la brujería no fuera tan perseguida en el país como sí que lo fue en esas otras regiones de Europa.