Hay muchas cosas en este mundo que todavía no somos capaces de explicar. En las últimas décadas, los adelantos científicos ya han dado respuesta a muchas de las incógnitas que llevaban siglos sobrevolando nuestras mentes. Hemos logrado avanzar hacia un mundo mucho más tangible y entendible. Sin embargo, todo ese avance científico ha dejado acorralada a la fe, a pesar de que son cosas totalmente compatibles. Desde fuera, uno puede pensar que es imposible tener fe en algo que no se puede probar, pero es precisamente ése el núcleo de lo que significa creen en algo. No hace falta demostrarlo para saber que existe, para sentirlo, para amarlo y reverenciarlo. Y la fe es imprescindible en un mundo en el que estamos tan necesitados de fuerza y valor, por las cosas que ocurren a nuestro alrededor. Cada fe, eso sí, tiene su propia manera de entender este mundo, y por eso todas son muy diferentes, pero respetables.
Existen muchas personas que creen a ciegas en la magia, como una forma más de realidad en un mundo donde los espíritus pueden afectarnos. No hablamos de magia al estilo de la fantasía juvenil de tantas sagas de moda, sino a verdadera conexión con seres y entidades sobrenaturales. Esta magia puede ayudarnos a conseguir nuestros objetivos, e incluso a lograr que esa persona que tanto deseamos se enamore de nosotros. Existe la magia blanca, la que es llevada a cabo con mesura y buenas intenciones, pero también la magia negra, que utiliza a los demonios y seres malévolos como guías. No es extraño encontrar a muchas personas especializadas en este tipo de conjuros que ofrecen sus servicios, siempre a cambio de dinero, claro está, para utilizar esa magia por nosotros. Y es que los amarres, por ejemplo, no son precisamente sencillos, y no cualquiera puede llevarlos a cabo. Se necesita mucha práctica y un conocimiento auténtico de estos conjuros para que salgan bien, y eso no los exime de cierto riesgo. Pero el resultado puede ser tan bueno que son muchos los que deciden apostar todo por esta magia, aun sabiendo que están jugando con fuego…
Una magia muy popular en Latinoamérica
La magia siempre ha existido en las diferentes religiones más antiguas del planeta. En Mesopotamia ya se llevaban a cabo conjuros y hechizos de todo tipo, tanto bienintencionados como diabólicos. La imposición de las religiones abrahámicas provocó que este tipo de conjuros quedaran vetados, ya que se entendía que ninguna persona podía conectar de esa manera con el mundo sobrenatural. Sin embargo, estos hechizos se han mantenido en muchas otras religiones “paganas”. Desde África se trasladaron a América, y la mezcla dio lugar a un sincretismo que todavía hoy se mantiene en muchos lugares de Latinoamérica y el Caribe. Ritos como la Santería Yoruba o el Candembe llevan a cabo este tipo de hechizos de manera habitual, siempre a través de una persona versada en esta magia. Muchos de estos brujos y brujas se han expandido por toda Europa y América, ofreciendo sus servicios, para utilizar la magia blanca en favor de cualquiera que la necesite.
El efecto de este tipo de conjuros
¿Qué son exactamente los amarres? Dentro de estos ritos antiquísimos existen muchísimos hechizos que tienen propiedades mágicas. Cada uno de ellos busca un objetivo concreto, desde la consecución de un trabajo hasta un enamoramiento por parte de otra persona. Para conseguir ese objetivo se utiliza la magia, que puede ser blanca u oscura. Los amarres de amor normalmente se llevan a cabo con hechizos positivos, es decir, magia blanca, buscando que la persona deseada se enamore de nosotros. Se trata de un ritual en el que, a través de ciertos símbolos y conjuros, conseguimos alterar la percepción de esa persona que amamos para que nos corresponda. Muchos especialistas afirman que el hechizo será mucho más efectivo si ya hay un vínculo real entre los dos.
Es decir, que el amarre funcionará mejor si tenemos una relación con esa persona o hay ya ciertos sentimientos entre los dos. Son habituales en parejas que están pasando por un bache, o que acaban de dejarlo hace poco, pero todavía mantienen esos sentimientos a flor de piel. También cuando hay terceras personas de por medio y queremos evitar que esa influencia termine rompiendo el amor que ya existe. Los brujos aseguran que intentar hacer un amarre de amor a una persona con la que no tenemos relación ni trato puede ser peligroso, además de poco efectivo. Sin embargo, la magia negra sí que accede a ese tipo de hechizos, aun a costa de lo peliagudo que supone utilizar este tipo de ritos para algo tan hermoso como es el amor.
Utilizados por las prostitutas
Debido a la gran cantidad de prostitutas que trabajan fuera de Latinoamérica, en países de Europa y Norteamérica, estos amarres de amor se han vuelto muy populares. Y es que las trabajadoras sexuales suelen llevarlos a cabo para conseguir, en cierta manera, la fidelidad de los clientes. Es una forma de asegurarse el trabajo, aunque más que el amor en sí, lo que buscan es despertar el deseo carnal. Otras muchas los utilizan para encandilar a algún cliente poderoso y poder convertirse en su amante, en busca de una alternativa a la prostitución. Hablamos de este sector porque está muy vinculado a este tipo de ritos, ya que muchas de estas chicas proceden de zonas donde esta magia es considerada muy poderosa.
En España también se han visto casos donde la magia negra ha servido para asustar a las propias prostitutas. Se utilizan ciertos ritos para obligarlas a trabajar en condiciones inhumanas, con la amenaza de que si no responden serán maldecidas. La creencia en estos ritos es absoluta por parte de muchas de estas chicas, así que en ocasiones solo esto les basta a los proxenetas para mantenerlas a su merced. Los amarres de amor funcionan especialmente cuando ya hay deseo carnal entre las personas vinculadas al hechizo, y en el caso de las prostitutas resulta mucho más sencillo. De hecho, algunas incluso utilizan prendas o partes del pelo de sus clientes para darle al conjuro un carácter mucho más potente.
¿Qué hay de verdad en esta magia?
Aquí entramos ya en un terreno pantanoso. Nosotros hemos hablado de estos amarres como una magia real porque hay millones de personas en el mundo que así lo creen, y lo practican. Pero hemos comenzado exponiendo que la ciencia va por un camino muy alejado de este tipo de conjuros, que poco tienen que ver con el método “real y probado”. Los amarres pueden llegar a funcionar, incluso para personas ajenas a estas religiones, por el efecto placebo. Si creamos un ritual en el que todo nos conduce a obtener algo, en este caso el amor de una persona, de forma inconsciente nuestra mente trabajará para lograrlo. Es lo mismo en el efecto contrario, el mal de ojo. Si pensamos que hemos sido maldecidos, probablemente pensaremos de esa manera y eso acabará afectándonos, sea real o no. La magia tal vez no pueda ser probada, pero el poder de las emociones y los pensamientos es más que evidente.